Un invierno de gaviotas del Caspio
Si preguntáramos a distintos «pajareros», tanto locales como visitantes, con qué aves relacionan L’Albufera, seguramente la mayoría elegirían las anátidas, limícolas, garzas, moritos, flamencos o incluso los charranes, pero pocos mencionarían las gaviotas. No obstante, L’Albufera cuenta con registros de hasta 20 especies de estas aves, lo que la convierte en uno de los sitios de referencia para esta familia en el Mediterráneo ibérico, e incluso a nivel peninsular.
Si bien desde noviembre, con la inundación de los arrozales, es posible observar grandes grupos de gaviotas sombrías y reidoras, es sin duda el periodo entre finales de enero y principios de marzo, coincidente con el fangueo de los arrozales, el más propicio para gaviotear en L’Albufera. En este periodo, a las gaviotas sombrías y reidoras ya presentes por millares, se les suman otras especies que usan los marjales como stopover durante su migración prenupcial, aprovechando los recursos tróficos disponibles como consecuencia del fangueo. Así, ya desde los últimos días de enero y especialmente en febrero es notorio en los marjales el aumento de ejemplares de especies como las gaviotas cabecinegra, patiamarilla y de Audouin, que durante el invierno se encuentran en números muy modestos.
No obstante, este periodo coincide también con la llegada de otras especies más escasas. Es por ello por lo que los «gavioteros» pasan horas y horas revisando una a una cientos o miles de las gaviotas grandes presentes, con la esperanza de que entre ellas se encuentre alguna del Caspio, una argéntea o, ¿por qué no?, un gavión atlántico. Los más optimistas también revisan los grupos de miles de gaviotas pequeñas, mayoritariamente reidoras y cabecinegras, en busca de alguna gaviota cana y quizás soñando con el hallazgo de una gaviota de Franklin, guanaguanare o de Bonaparte.
Conforme va avanzando la temporada, las gaviotas se van desplazando a lo largo y ancho de L’Albufera al ritmo que avanza el fangueo del arrozal, hasta que, normalmente, a inicios de marzo, ya solo quedan por trabajar unos pocos tancats de Catarroja, donde se acaban concentrando la mayoría de gaviotas aún presentes en el parque natural.
Cifras sin precedentes
Pese a que todos los años es posible, con mucha insistencia y asiduidad, encontrar algún ejemplar de las gaviotas escasas anteriormente mencionadas, la temporada de 2024 se ha caracterizado por ser realmente fructífera para varias especies, aunque, sin duda, será recordada por las cifras sin precedentes de gaviotas cáspicas observadas a lo largo de todo el periodo.
La gaviota del Caspio o cáspica es una especie de distribución oriental, con sus principales núcleos reproductores ubicados en torno al mar Negro y el Caspio, y en el sur y este de Kazajistán, llegando al oeste de China. No obstante, en las últimas décadas, la especie ha sufrido una expansión de su rango hacia el oeste, llegando a formar importantes colonias en Bielorrusia, Polonia e incluso Alemania. Esto, junto al mayor interés por parte de los «pajareros» y los mayores conocimientos acerca de su identificación, ha propiciado un notable cambio de su estatus en el suroeste europeo, donde la presencia de la especie se consideraba accidental hasta hace no muchos años.
En España, el primer registro homologado data de 2005. No obstante, el número de citas creció de forma exponencial en la década de 2010, tanto que en 2016 dejó de formar parte del listado de rarezas de SEO/Birdlife. La mayor parte de las citas se concentran en Galicia y en el Cantábrico, donde la especie se comporta principalmente como invernante. En el Mediterráneo oriental ibérico, no obstante, sigue siendo una especie bastante codiciada, y la gran mayoría de las citas se concentran entre finales de enero y abril, coincidiendo con la migración prenupcial de la especie. Son muy escasos los registros plenamente invernales. En L’Albufera, la primera observación homologada data de 2010, aunque ya desde 2006 se habían observado ejemplares con rasgos propios de la especie. Desde 2014, la gaviota cáspica se presenta de forma casi anual, aunque, generalmente, apenas se observan entre dos y cinco aves por temporada. En 2024, no obstante, la especie se ha registrado en cifras inéditas hasta la fecha.
Los primeros ejemplares se registraron el 28 de enero en los marjales de Cullera. Desde entonces, distintos individuos fueron observados casi a diario, con un máximo de cuatro ejemplares observados simultáneamente el 16 de marzo y una última cita de dos aves dos días después en el Tancat de Naia, en Catarroja. La gran mayoría de los registros corresponde a aves de primer invierno. Se observó también un ave de segundo invierno —con anilla alemana—, sin que pueda descartarse que se tratara de un híbrido con gaviota argéntea —la hibridación entre estas especies es muy frecuente en las colonias mixtas alemanas—. Dada la presencia continuada de ejemplares de la misma edad y la gran movilidad de estos, resulta muy complicado determinar el número exacto de gaviotas del Caspio observadas a lo largo de la temporada. No obstante, tras un análisis de las fotografías obtenidas por diferentes observadores, son al menos 14, siendo probablemente la cifra real bastante mayor si tenemos en cuenta que se han dejado de lado muchas observaciones sin fotografías o en las que estas son de calidad insuficiente para asegurar la identidad individual.
En todo caso, esta cifra supera en más del doble la de ningún otro año, lo que evidencia la excepcionalidad del fenómeno. Llama la atención que, a pesar de haberse observado algún ejemplar en más de una ocasión, la mayoría de citas corresponden a gaviotas diferentes, lo que demuestra una renovación constante de individuos a lo largo del periodo de fangueo del arrozal. Así, antes que un stopover de larga duración, esta sedimentación de gaviota cáspica en L’Albufera se ha limitado a una pequeña pausa en su viaje migratorio hacia el norte. Entre enero y marzo de 2024, se registraron también buenas cifras de esta especie en otras zonas de la península ibérica, como Asturias, aunque no fue así en Galicia ni en Cataluña.
Más sorpresas
Además de las gaviotas del caspio, se produjeron otras citas relevantes de gaviotas a lo largo de la temporada de fangueo. Destaca la de un ejemplar de primer invierno de gaviota de Delaware, la cual se suma al registro por tercer año consecutivo de un individuo adulto que fue observado ya en la temporada 2021-2022 como ejemplar de primer invierno. También de interés fueron las citas de gaviota cana, que se produjeron reiteradamente desde diciembre hasta marzo, correspondientes a los mismos tres o cuatro ejemplares.
No ha sido sin embargo un buen año de citas de gaviota argéntea, de las que apenas se observaron un ave de primer invierno y alguna otra de segundo invierno. Otra especie que hizo acto de presencia en cifras bajas fue la gaviota enana, con solamente tres registros que probablemente correspondan al mismo ejemplar adulto. Por último, cabe mencionar el registro de un ejemplar adulto de gaviota sombría que mostraba todos los rasgos de plumaje y estructura propios de la subespecie báltica (Larus fuscus fuscus) —no obstante, en la actualidad, el Comité de Rarezas de SEO/BirdLife no acepta ningún ejemplar que no presente una anilla que demuestre su origen geográfico—.
No solo gaviotas
La temporada de fangueo del arrozal produjo además muchas otras alegrías, algunas de ellas en forma de rareza, como la presencia de dos flamencos enanos o el aún más sorprendente registro de dos archibebes patigualdos chicos distintos, que llegaron a ser observados simultáneamente. También fueron observadas con inusual profusión otras especies escasas, como el bisbita gorgirrojo, la lavandera enlutada, el fumarel aliblanco —dos ejemplares—, el búho campestre y el correlimos de Temminck. Además, se ha citado algún híbrido de garceta dimorfa y garceta común, y otro más raro, por segundo invierno consecutivo, de martinete y garceta común.
Todo ello se suma a las increíbles cifras de cigüeña negra, espátula, morito, flamenco y algunos limícolas: aguja colinegra, chorlito dorado, avefría, combatiente, correlimos, chorlitejos, andarríos… Un auténtico espectáculo, con una variedad y cantidad de especies difícilmente igualables en cualquier otro enclave de la península ibérica en estas fechas. Solo nos queda imaginar lo que podría llegar a ser L’Albufera si al menos una pequeña parte de los marjales no fueran fangueados hasta la segunda mitad de marzo y abril, tiempo en que la mayoría de especies acuáticas se encuentran en el pico de su paso migratorio por la península.
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Texto: Joan Balfagón.
Fotografías: Principal, Jesús Carrión. En el artículo, de arriba abajo, un grupo de gaviotas (J. Carrión), gaviota del Caspio (J. Carrión), gaviota de Delaware (Joan Balfagón), bisbita gorgirrojo (Andrés Balfagón), archibebe patigualdo chico (J. Carrión) y gaviota del Caspio con archibebe patigualdo chico (Toni Alcocer).
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Bibliografía consultada:
- Burger, J., M. Gochfeld, G. M. Kirwan, and E. F. J. Garcia (2020). Caspian Gull (Larus cachinnans), version 1.0. In Birds of the World (J. del Hoyo, A. Elliott, J. Sargatal, D. A. Christie, and E. de Juana, Editors). Cornell Lab of Ornithology, Ithaca, NY, USA.
- Comité de Rarezas de SEO/BirdLife (2016). Lista de aves raras de España. Taxones de aves sometidos a homologación por el Comité de Rarezas de SEO/BirdLife. Actualización de 2016.
- Litwiniak, Klaudia & Przymencki, Marcin & de Jong, Albert. (2021). Breeding-range expansion of the Caspian Gull in Europe. British Birds. 114. 331-340.
- Ebird